No voy a engañaros, este va a ser un post ñoño con el que, aunque no las veais, las lagrimillas asomarán por mis ojos al echar la vista atrás en el tiempo y recordar un libro que me marcó para siempre. Vale, me he pasado un poco de dramática, pero ese es el tono que quiero emplear para transmitiros una vez más lo mucho que le debo a los libros, sobretodo a uno en concreto. Y es que vuelvo a hablaros de Matilda de Roald Dahl por enésima vez (nunca me cansaré de ello) porque esa obra lo es todo para mí. Seguramente repita las mismas ideas de siempre pero, ¿acaso voy alguna vez a cesar en mi empeño de encumbrar esta obra literaria juvenil y deciros lo muchísimo que ha significado en mi vida? No sería yo si no lo hiciera y me pasara de cansina y pasional.
Esta misma tarde he rescatado de la estantería mi ejemplar en español de Matilda. Aunque la encuadernación está todavía bastante bien, sí se nota el paso de los años en el libro, pues los laterales están amarillentos y desgastados, víctimas de la humedad y el polvo. Pero a mí la única página que me importa es la primera, aquella hoja en blanco en la que mis padres escribieron allá en el año 97 "con mucho cariño de tus papás en el día de tu 9º cumpleaños". Sin ellos sospechar hasta qué punto, Matilda me cambió la vida para siempre, pues fue el primer libro que leí yo sola, la primera vez que me enfrentaba a un libro más largo que los del colegio, aunque plagado de ilustraciones del genial Quentin Blake. Hoy he empezado a leerlo de nuevo y he recordado cómo y por qué fue clave en mi desarrollo.
El primer capítulo habla de una niña que devora los libros y tanto me gustó aquella imagen que quise seguir su ejemplo y en cierto modo lo conseguí (aunque en los últimos años me pesa confesar que ya no soy esa devora-libros de antaño, cosa que quisiera cambiar desde ya). Otros aspectos que definían a aquella niña que más o menos rondaba mi edad cuando la descubrí eran su desbordante inteligencia, acompañada de una dosis de humildad para no quedar por encima de los demás; su astucia y atrevimiento para plantar cara a las injusticias sin llegar a convertirse en aquellos contra los que luchaba (sus despreocupados, y desalmados padres y la aterradora directora del colegio) y su habilidad para mover objetos con la mente. Obvia y afortunadamente, mi vida no era como la de aquella niña, me sentía muy querida en mi familia y en mi entorno escolar así que, salvo su afición por los libros y su espíritu de superación y lucha ante las adversidades, no me empapé de mucho más, ya tenía todo lo que necesitaba. En cualquier caso, aquella niña me cautivó, me hizo descubrir su mundo y el mundo de los libros, me volvió curiosa, ansiosa por leer otro título. Roald Dahl me plantó delante el que sigue siendo mi personaje literario favorito, gracias al cual descubrí otros tanto más. Aquel viaje ya no tenía retorno. Por otra parte, dejando mi experiencia personal al margen, el libro en sí es una magnífica historia que mezcla humor, terror, ingenio, picaresca y amor de una manera muy original y con unos personajes muy difíciles de olvidar por lo exagerado de sus acciones. Matilda es tan fuerte, resuelta e independiente que si eliminamos el factor mágico, esos poderes mentales, a la obra no le sucedería absolutamente nada, pues la niña sigue teniendo un carisma especial que te hace pensar que todo es posible. Por tanto, y para no repetirme más, creo que queda muy claro por qué Matilda es tan importante para mí y por qué creo que debería serlo para todos.
Sin embargo, estas líneas que os escribo tienen una razón de ser. Estoy aquí porque mis amigos de Canal Osera van a comentar la película de Matilda en su próximo programa y cuando lo anunciaron el otro día me volví loca de entusiasmo. Creo que ya he dejado claro en el rollo repollo de arriba por qué me emociono tanto con este personaje. Y sí, ya sé que hablaba del personaje literario, pero la misma empatía que tuve con la Matilda del libro la tuve con la Matilda de la película, así que voy a hablaros ahora de esta última y de paso a comentar la adaptación cinematográfica de la obra de Roald Dahl.
Si en el libro la culpa de mi perfecta simbiosis la tiene Roald Dahl, aquí el autor del delito es Danny DeVito e incluso una jóven Mara Wilson que dio vida de manera maravillosa a Matilda y le ha puesto cara para siempre. Pese a que algunos episodios del libro no aparecen en la película, ésta sí recoge a la perfección el espíritu de la novela. La protagonista es esa niña que he descrito dos párrafos más arriba y si eso se cumple vamos por buen camino. Pero es que además el resto de personajes clave en esta historia también me transmiten los mismos sentimientos que sentí leyendo y con la misma intensidad. Es decir, sus padres son los mismos impresentables e injustos egoístas que conocí; la directora Trunchbull me aterraba por igual y la señorita Honey era esa maestra que siempre quise tener. Por otra parte, visualmente hablando, todo es tan fiel a la idea que tenía de ello mientras leía que ahora no puedo imaginar muchas cosas de otra manera que no sean las de la película. Por ejemplo, ahora no puedo pensar en Trunchbull sin ver a Pam Ferris, quien por cierto es una pedazo de actriz y aquí está maravillosamente aterradora. Por último, una película se puede permitir ciertas licencias que un libro no puede y con esto me refiero a la música. No puedo evitar que ahora mismo suene en mi cabeza la melodía que escuchamos en la película cuando Matilda comienza a hacer volar cosas por casa con el poder de su mente. Todo este cúmulo de puntos a favor me hacen decir que Matilda es una película de 10 que me ha hecho disfrutar de lo lindo como ya me pasó con el libro. Cuando la vi tendría unos 11-12 años y, aunque había leído el libro antes, no tendía edad suficiente como para sentir pavor ante la idea de una adaptación de mi obra favorita. Todo lo contrario, tenía una ilusión tremenda por verla y, aunque no hubiera sido una buena adaptación, no me habría dado cuenta. Es ahora que soy adulta cuando puedo afirmar que sí es una película de sobresaliente y estoy encantadísima con ella por los motivos expuestos.
Me queda un punto importante por tratar, uno que concierne directamente a Mara Wilson, la actriz que encarnó a Matilda en la película, porque estoy leyendo un libro que ha publicado recientemente sobre su infancia y la fama que me parece muy interesante y que forma parte también de mi mundo Matildesco. Pero como se me ha hecho ya muy tarde, estoy cansada y quisiera contar esto bien, me lo reservo para otro post en el que probablemente ya me haya terminado el libro y os dejo con toda la intriga del mundo. Por cierto, precisamente porque se me ha hecho muy tarde y estoy muy cansada, no voy a poder revisar el texto, así que perdón si con alguna cosa no me he expresado bien o no la he acabado y me he andado por las ramas pensando en mi cabeza que estaba contando maravillas.
Resumiendo: todo lo que rodea esta obra de Roald Dahl, si está hecho con el mismo cariño que destila el libro, va a ser igual de importante que él. Así que, ya sea a través del libro o la película, a Matilda hay que conocerla. Padres, dejad que vuestros hijos la conozcan porque estoy segura de que les cambiará la vida como a mí.
¡Hasta el próximo post!